lunes, 24 de octubre de 2011

¿Confiar?


—Quiero ayudarte —dice.
—¡Ja! —le suelto por toda respuesta, estupefacta.
Retira la mano. No sé si está molesto o divertido.
—¿Qué? ¿No era eso lo que querías?
—Tenía sentido que quisieras ayudarme cuando mi espada apuntaba a tu oscuro corazón, maldito hijo de Satanás —replico—. Lo que no tiene sentido es que vengas ahora y me tiendas la mano, como si nada. ¿Te crees que soy tonta? ¿Qué es lo que tramas?
Dos velas para el diablo, Laura Gallego García

domingo, 23 de octubre de 2011

La historia de un asesino


Cuando creció un poco, abandonaron los intentos de asesinarlo. Se habían convencido de que era indestructible. En lugar de esto, le rehuían, corrían para apartarse de él y en todo momento evitaban cualquier contacto. No lo odiaban, ni tampoco estaban celosos de él o ávidos de su comida. En casa de madame Gaillard no existía el menor motivo para estos sentimientos. Les molestaba su presencia, simplemente. No podían percibir su olor. Le tenían miedo.


El perfume,  Patrick Süskind