domingo, 26 de diciembre de 2010

El cuento número trece

Diane Setterfield.

Hasta el año pasado, Diane Setterfield llevaba una vida tranquila en Harrogate, una pequeña ciudad inglesa. Su trabajo consistía en dar clases de literatura francesa en la universidad y su pasión era, y sigue siendo, la lectura.
Hace cinco años empezó a redactar las primeras líneas de lo que sería El cuento número trece, y sólo después de mucho trabajo se atrevió a mostrarlas a un agente literario, que enseguida supo apreciar las cualidades de esta novela excepcional. Desde entonces la vida de la autora ha cambiado porque el éxito internacional de El cuento número trece la obliga a viajar, aunque nunca se olvida de llevar siempre consigo un buen libro para leer y una libreta para ir escribiendo la que será su próxima novela.



Contraportada 



¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD?


Entre mentiras, recuerdos e imaginación se teje la vida de la señora Winter, una famosa novelista ya muy entrada en años que pide ayuda a Margaret, una mujer joven y amante de los libros, para contar la historia de su misterioso pasado.
<Cuénteme la verdad>, pide Margaret, pero la verdad duele, y sólo el día en que Vida Winter muera sabremos qué secretos encerraba El cuento número trece, una historia que nadie se había atrevido a escribir.
Después de cinco años de intenso trabajo, Diane Setterfield ha logrado el aplauso de los lectores y el respeto de los críticos con una primera novela que pronto se convertirá en un clásico.



Mi opinión



Primero que nada, este libro no va dirigido a un público masivo.
Es lógico.
Está dedicado, creo yo, a esas almas que a-do-ran leer, que se deleitan con cada letra, y tienen paciencia y voluntad. Porque sólo las almas que cuentan con estas características lograrán enamorarse, reír y llorar con todos los personajes de esta obra. Admito que un principo no estaba segura con él, no le tenía mucha fe, y hubo de muchas veces que llegué a arrepentirme de haber comprado este libro. Había de partes que me dejaron mirando la hora; y en cambio, había de frases, de capítulos también, que me han dejado detenida en otro mundo. Diane crea un universo maravilloso, fundido con la cortesía y delicadeza de otra época, pero también con el salvajismo de seres cuya vida no fue buena. Destaca, naturalmente, la idea de que están solos en el mundo. De que nadie puede ayudarles y, es más, que la misma ayuda suele ser perjudicial para sus vidas.
Cada trazo dispone de la magia de las sensaciones  y emociones planteadas con todos sus matices y horrores. Es para sentir y mirar hasta en el punto más recóndito de la vida de uno mismo. En cómo ciertas acciones acabaron con cuantas posibilidades tomando unas nuevas.
A mí me encantó. Llegaba soñar despierta con las gemelas, con el sufriemiento de Vida Winter. Amé su historia, su carácter, su valor... ¡La amé hasta a ella misma!
Y me hizo pensar. En las historias, sí, porque... ¿Hasta qué punto deja de ser una historia?

  <Todos los niños mitifican su nacimiento. Es un rasgo universal. ¿Quieres conocer a alguien? ¿Su corazón, su mente, su alma? Pídele que te hable de cuando nació. Lo que te cuente no será la verdad: será una historia. Y nada es tan revelador como una historia.>


- Vida Winter, Cuentos de cambio y desesperación.

Este es el comienzo del escape. El crónico adiós de nuestra realidad con la finalidad de llegar a otra nueva y desconocida, como un fantasma cuyas acciones no plasman consecuencia alguna en una realidad existente. Será una nueva verdad.




Si te gusta leer, lee el cuento número trece. 



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Publicado por: Alexandrine Scrattfitz.