domingo, 26 de diciembre de 2010

El cuento número trece

Diane Setterfield.

Hasta el año pasado, Diane Setterfield llevaba una vida tranquila en Harrogate, una pequeña ciudad inglesa. Su trabajo consistía en dar clases de literatura francesa en la universidad y su pasión era, y sigue siendo, la lectura.
Hace cinco años empezó a redactar las primeras líneas de lo que sería El cuento número trece, y sólo después de mucho trabajo se atrevió a mostrarlas a un agente literario, que enseguida supo apreciar las cualidades de esta novela excepcional. Desde entonces la vida de la autora ha cambiado porque el éxito internacional de El cuento número trece la obliga a viajar, aunque nunca se olvida de llevar siempre consigo un buen libro para leer y una libreta para ir escribiendo la que será su próxima novela.



Contraportada 



¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD?


Entre mentiras, recuerdos e imaginación se teje la vida de la señora Winter, una famosa novelista ya muy entrada en años que pide ayuda a Margaret, una mujer joven y amante de los libros, para contar la historia de su misterioso pasado.
<Cuénteme la verdad>, pide Margaret, pero la verdad duele, y sólo el día en que Vida Winter muera sabremos qué secretos encerraba El cuento número trece, una historia que nadie se había atrevido a escribir.
Después de cinco años de intenso trabajo, Diane Setterfield ha logrado el aplauso de los lectores y el respeto de los críticos con una primera novela que pronto se convertirá en un clásico.



Mi opinión



Primero que nada, este libro no va dirigido a un público masivo.
Es lógico.
Está dedicado, creo yo, a esas almas que a-do-ran leer, que se deleitan con cada letra, y tienen paciencia y voluntad. Porque sólo las almas que cuentan con estas características lograrán enamorarse, reír y llorar con todos los personajes de esta obra. Admito que un principo no estaba segura con él, no le tenía mucha fe, y hubo de muchas veces que llegué a arrepentirme de haber comprado este libro. Había de partes que me dejaron mirando la hora; y en cambio, había de frases, de capítulos también, que me han dejado detenida en otro mundo. Diane crea un universo maravilloso, fundido con la cortesía y delicadeza de otra época, pero también con el salvajismo de seres cuya vida no fue buena. Destaca, naturalmente, la idea de que están solos en el mundo. De que nadie puede ayudarles y, es más, que la misma ayuda suele ser perjudicial para sus vidas.
Cada trazo dispone de la magia de las sensaciones  y emociones planteadas con todos sus matices y horrores. Es para sentir y mirar hasta en el punto más recóndito de la vida de uno mismo. En cómo ciertas acciones acabaron con cuantas posibilidades tomando unas nuevas.
A mí me encantó. Llegaba soñar despierta con las gemelas, con el sufriemiento de Vida Winter. Amé su historia, su carácter, su valor... ¡La amé hasta a ella misma!
Y me hizo pensar. En las historias, sí, porque... ¿Hasta qué punto deja de ser una historia?

  <Todos los niños mitifican su nacimiento. Es un rasgo universal. ¿Quieres conocer a alguien? ¿Su corazón, su mente, su alma? Pídele que te hable de cuando nació. Lo que te cuente no será la verdad: será una historia. Y nada es tan revelador como una historia.>


- Vida Winter, Cuentos de cambio y desesperación.

Este es el comienzo del escape. El crónico adiós de nuestra realidad con la finalidad de llegar a otra nueva y desconocida, como un fantasma cuyas acciones no plasman consecuencia alguna en una realidad existente. Será una nueva verdad.




Si te gusta leer, lee el cuento número trece. 



Si quieres descargarlo has click AQUÍ


Publicado por: Alexandrine Scrattfitz.

jueves, 11 de noviembre de 2010

La Hora del Angel

La hora del ángel de Anne Rice: 

Con La hora del ángel, primer volumen de su nueva serie, Anne Rice retoma su narrativa más oscura para convertir a los ángeles en protagonistas.

Toby O’Dare, un famoso asesino a sueldo, es un hombre despiadado que recibe órdenes del Hombre Justo. Se mueve en un mundo de pesadilla hasta que aparece un forastero misterioso, un serafín, y le ofrece la oportunidad de salvar vidas en lugar de destruirlas. Viaja atrás en el tiempo hasta la Inglaterra del siglo XIII, y en ese escenario primitivo, comienza su peligrosa búsqueda de la salvación: una odisea llena de lealtades y traiciones, de egoísmo y amor.


DESCÁRGALO!

PD: Yo voy en el primer capítulo y me parece bien :) Para mí era predecible que Anne Rice llegara a centrarse más en este tema, puesto que me leí sus crónicas (Crónicas Vampíricas) y a medida que cambiaba de página me iba dando cuenta de que las intenciones de la autora se enfocaban en un sentido más espiritual, más de «salvación y redención» dejando de lado el súper cuestionamiento del existencialismo y el no-sentido... para qué decir del sí-sentido... =O! Era genial. No sé si ahora en realidad vaya caer rendidamente ante las palabras de esta mujer como antes, sólo puedo afirmar que..., cuando se lo propone, se obsesiona, llega a crear magníficas obras de arte :)
Creo que no está demás leerlo, aunque estén "de moda" lo ángeles y ¡AH! me carga eso, pero en fin. Sin duda ella se lo merece..., veamos qué es lo que propondrá para más tarde ^^

Publicado por: Alexandrine Scrattfitz.

viernes, 29 de octubre de 2010

La Ladrona de Libros

La ladrona de libros

Una película en nuestra cabeza, es lo que un libro nos regala, imágenes que ni el mejor de los directores puede igualar. El final siempre es lo que más pesa; no despegarse de las últimas páginas para conocer el final del camino que dibujan las palabras; citando una frase de éste libro que amé: “como odio y amo a las palabras”.
Himmelstrasse, un lugar en algún lado de Alemania es el escenario donde una par de personajes, Hans y Rosa Hubermann, Rudy Steiner, el judío Max, Liesel Meminger y la Muerte son los cómplices de una historia que la guerra acogió y las palabras de Markus Zusak dibujó.


Siempre que leo, trato de imaginar la vida de quien lo cuenta, ya sea el autor, el personaje principal de la obra o el narrador de la historia, pero me quedé sin palabras, con el solo hecho de saber que la narradora de ésta historia sea la misma muerte, pero respeto a ese ente encargado de acompañar a los muertos al inicio del camino de una nueva aventura.


La historia de una niña que queda huérfana a temprana edad y llega a vivir a una humilde casa, con un humilde matrimonio Rosa y Hans Hubermann y en medio de la Segunda Guerra Mundial. Llena de aventuras de una niña en esta época tan difícil, intentando formar parte de una sociedad que no comprende del todo pero que sabe que hay que quedarse dentro. Rudy, el gran amigo, cómplice de travesuras y de grandes aventuras. Liesel, la ladrona de libros, titulo que obtiene por su deseo de leer, de llenarse de esas ideas impresas en los libros, al grado de robarlos para poder llenarse de letras.


No es una historia de ficción, no es una novela romántica, es la narración de la vida de una niña, sus padres adoptivos y su mejor amigo. Entretenida en los momentos de aventura infantil y decisiones maduras, con un sabor amargo de humanidad perdida por los horrores de la Guerra, la persecución de los judíos y la imposición de cumplir con un deber nacional sin estar de acuerdo con los ideales de sus dirigentes.


Rosa Hubermann, mamá adoptiva de Liesel, una mujer grande como un ropero, de carácter fuerte y vulgar, pero en el fondo una mujer con sentimientos muy profundos y firme en sus ideales. En ocasiones se pasa de rudeza, pero siempre lo compensa con una pequeña disculpa discreta para que no pierda la imagen dura. Ama a su esposo, aprendió a amar a Liesel, ayuda fervientemente a los que lo necesitan y tiene ese temple para mantenerse firme ante los problemas.


Hans Hubermann, el esposo dedicado y padre amoroso, con una paciencia envidiable. La persona que más amó Liesel, siempre al pie del cañón, cumplido con sus deberes, una persona muy humana, amable con todas las personas y el mejor músico de acordeón. Hans siempre ayuda sin saber que lo van a recompensar, ganándose así el respeto de todos sus vecinos.


Rudy, el mejor amigo de Liesel y amante secreto. El niño hiperactivo - admirador de Jesse Owens; el atleta negro- y con ganas de disfrutar la vida al máximo, entregado en lo que hace, fiel a sus ideas y a sus amigos, un poco distraído y rebelde, pero sin malicia. Cómplice de Liesel en todas las aventuras.


Max, amigo de situación de Liesel, un judío con ganas de vivir en un mundo que parecía no quererlo hasta que se topó con Liesel, siendo ella sus ojos al exterior y él el camino a grandes sentimientos.


Liesel, que puedo decir, más allá de la ladrona de libros, una ladrona de corazones, de sentimientos, de vidas. Si he de describir a una niña como Liesel me perdería en la descripción de mi gran Amiga, cómplice y amor. Liesel es el ejemplo de una vida tomada al azar, la vida que todos vemos de fuera, pero que tiene ese fondo dramático, aventurero, y con grandes historias que valen la pena contar.


Y para terminar con los personajes, no se puede pasar por alto a la narradora, aquella que muchos tememos, otros adoran y unos más solo la aceptan y es la Muerte, ese ente que no sabemos si existe, hasta que estamos frente a ella. Una narración imposible de creer en la boca de quien suponemos no tiene sentimientos ni escrúpulos al arrebatarnos la oportunidad de seguir respirando.




No puedo negar que en momentos me sentí como la ladrona de libros, con esa impaciencia por meter palabras en mi mente, devorar ideas. Este libro no lo robé de forma literal, pero si la idea de comprarlo lo tome de quien por muchos años fue la inspiración de mis ideas y creo que si en algún momento deja su ventana abierta, me meteré para robarle más ideas, más libros y más películas.

Si quieres saber más sobre éste libro haz click AQUI 

Y si quieres descargar el libro presiona aquí:

DESCARGA!!



Publicado por: Amanda Subercaseaux

lunes, 25 de octubre de 2010

La Madre de los Inocentes Perdidos


Presentación.

Aquí publico una historia que se teje más o menos con los hilos del horror. Últimamente me he esentido atraída por este tópico y ¡qué más! me dieron ganas de escribir algo por el estilo. Felizmente digo que, si no es lo mejor -y lo más probable es que no lo sea-, es un modo de desafío y ánimo para superarme en el campo de la escritura. Comienzo con mi capítulo titulado «La llamada». Ah, sí, el poder de las invocaciones... ¿Será real?
¿Cuál es la fuerza, si es que la hay, de nuestras intenciones, de nuestros afanes? ¿Qué esperamos? ¿Qué logramos? ¿Coincidencia o efectividad?
Ok, ya me salgo del contexto, ¿No?
En fin, disfruten de la historia. =)!


La llamada.

La capilla del Museo de las astillas era deslumbrante. No miento; quienquiera que se posara por allí no podría evitar hacer un comentario referente a la luz, que parecía llenar todas las perspectivas. Y era esta, quizá, la razón por la que Dante se encuentra leyendo un libro de mitos.
Su intención era obtener el máximo de pistas sobre uno en especial: El mito de «La Madre De Los Inocentes Perdidos En Las Aguas». Era conciente de cuán obsesionado estaba con el asunto como también de las miradas que le vigilaban en su afán. Pero él demostraría con creces que no estaba equivocado. Comprobaría la mirada inocente de la madre. 
Entonces volvió a tener esa sensación de vacío que solía desatarse en momentos de incertidumbre, el color de sus ojos se tornó más violeta, casi negro. "Ojala no estuviera tan perdido...", pensó. Movió la cabeza lamentando por un momento que la capilla tuviera tanta luz. No pretendía exhibirse de esa manera, pero era una condición que debía aceptar.
Prosiguió entonces con su análisis: "El silencio de las ratas es como mi muerte, no entiendo cómo eres capaz de reprocharme el que las torture." Parece una... ¿Una figura literaria? ¿Una figura retórica, talvez? ¿Qué quieres decir en realidad, Anne?
De pronto, la mesilla tallada comenzó a moverse. Era el segundo temblor. El piso de mármol bailaba bajo sus botas, y la copa de sangre que bebía se tambaleó por unos instantes. "Conseguiré mi propósito, pensó mientras bebía, lo conseguiré, lo conseguiré. La gente no tiene por qué comprenderme. Yo tampoco le comprendo, terció." Su mano, de una tonalidad translúcida bajo pinceladas cenicientas, tembló ligeramente dejando entrever una actitud insegura. "Lo conseguiré, se había dicho, aunque eso implique que deba estar solo para siempre, sin ser comprendido por nadie en este mundo." Entre lágrimas azules pudo captar el largo cabello anaranjado de una sombra que le observaba. "Algún día ya no lo harán", tartamudeó para sí.


***

Dante. (Leyendo el libro. La protagonista es un ser atormentado por sus pensamientos; cuando se le presenta la ocasión de decidir termina huyendo. ¿A dónde? El lugar no es específico, pero Dante cree que ella se esconde en su propia mente.)

¿Qué es lo que no puedes encontrar?  ¿Qué es eso tan bello que está reteniéndote?

***

(En Las Aguas Malditas Del Sufrimiento. Nos situamos en una gran cueva, vertiginosa y triste. Ángulos rectos y agudos contrastan con la suavidad de una curva dando a pensar que quizá alguien estuvo entreteniéndose en tallar aquel juego de rocas grises y negras. Solo que era imposible, porque, dicho lugar, en realidad no existía.)

***
Anne. (Prófuga sumergida en las aguas. Comienza a lamentarse luego de ver tanto cadáver cuya razón de ser tiene que ver directamente con  ella. Es la muchacha de la historia. En la historia. Y, sin embargo, poco a poco emergiendo de ella.) 

Sombras azules y doradas aparcaron en mi memoria.
Lo había perdido todo, por la idea de encontrar algo que jamás...
Algo que... ¡Ah!
Lo he perdido.
Fui tan tonta, tan egocéntrica.
La eternidad se encargará de recordarme el dolor de las almas inocentes que perecieron por seguir mi estúpida causa. Cuánto lo lamento, cuánto quisiera cambiar su porvenir, cuánto quisiera hacer totalmente mía su condena...

***

Dante. (Buscando a la protagonista. Da vuelta página tras página. El sonido que esto produce es hermoso, sin más.)

¿Qué estás esperando? Las mentiras siempre serán mentiras; no trates de profundizarlo. Vas a enloquecer. Ven. No te pierdas, alma, no te entierres en una eternidad que no existe.

***

(La protagonista de la historia, Anne, escapa de su mundo irreal. Vuelve a su hogar en el mundo que de verdad prevalece. Por un existencial segundo logra olvidarse de todas las almas, extasiada por la presencia de la majestuosidad del cielo y las estrellas, ¡Ah! esas hermosas esferas a las que ella rendía culto.

Sonrió mientras su mirada se reencontraba con el castillo de sus sueños reales.)

(Dirigiéndose a su nuevo hogar. Es otoño.)

¿Olvidar? Ya está hecho. Las hojas que caen sobre la tierra húmeda, me deleitan otra vez, me encierran en días grises como este, donde no había dolor, o mejor dicho... cuando el dolor resultaba hermoso porque no era mío.

***

Dante. (Deja el libro aparte. Se marcha del museo aparentemente decidido. Los vientos susurran un solo nombre: Lenzeliettering. ¿Y qué es eso?
¿No era lo que siempre aparecía en sus sueños como una constante amenaza? ¿No era lo que le había salvado de caer en las manos de un casamiento arreglado, haciendo que la futura esposa al oírlo perdiera la cordura? Lenzeliettering. Quería gritar ese nombre, lo sentía hasta la médula, pero no deseaba más caos en su existencia. Con gestos dramáticos tomó un dragón de tonalidad tinta, que eran los más veloces, y se encaminó al Cementerio De Las Vidas Que Jamás Descansan En Paz. Ah, pero ese nombre, Lenzeliettering...
Sabía que era lo suficientemente tarde como para arrepentirse de seguir con su lectura. ¿Cuál era su opción? ¿Escapar? ¿Podía huir acaso de su propia mente, de su locura, de sus deseos que, por milagro de hechicería dudosa, cada vez se volvían más consistentes e influyentes? De modo que la respuesta era rotunda, cerrada  y un tanto meditabunda. La resolución finalmente radicaba que el escape, que él no deseaba de ninguna manera, no existía, y si lo hiciera, bueno, el no dispondría del mérito suficiente para atravesar aquellas puertas.
"En todo caso no había puertas", susurró para sí... ¡Maldición, no las había en realidad! Una palabra no podía morir... y sus daños serían  irreparables. Tampoco era que existiera remedio para el mal de una palabra. ¿O se estaba equivocando?
Como queriendo gritar cosas, se descargó con la protagonista que, aunque no tenía mucho que ver con su rabia, tampoco era "la madre de los inocentes" como se titulaba en su historia..., causa sustancial que le obsesionaba. Y, como ya dije, de la que no quería escapar.)

(Elevándose por los aires mientras se agarraba al dragón, palpando la suavidad de ensueño, húmeda y débil que traía consigo la neblina, las nubes marrón tornasol.) (Gritándole al viento.)

¿Cómo pudiste acabar con sus encantos? Oh, desgraciada, si antes te compadecía, ahora me das asco. Maldita chupa almas. Voy a encontrarte. Me voy a encargar de que vuelvas a ser conciente de cada crimen que has cometido. Olvidar estará prohibido para ti.

***

Anne. (Se pasea por su castillo. Ni un toque de luz se percibe en el lugar, pero ella lo conoce como si fuese parte de su fisionomía. Hace frío. Su cuerpo mojado, a causa de las aguas oscuras y pegajosas, se estremece. No muestra señales de asco, no obstante una expresión de crueldad se posa en su mirada al hablar.)

En este castillo estaré bien. Unas murallas tan altas como éstas no las ha conocido nadie. Y un clima tan negro y despiadado terminará asustando a todo el mundo. Eso me agrada. Estaré sola por siempre; vislumbrando completamente absorta cómo pasan antes mí las cuatro estaciones. Su danza poco a poco me dará fuerzas, ya lo creo, de tal manera podré escaparme de la realidad... para más tarde...
Salirme del tiempo.

***

Dante. (Paseándose por todo el cementerio, furioso, tras llegar y comprobar la muerte de todos los seres que conoció Anne.)
¿Por qué lo hiciste, mujer? Es brutal y egoísta. ¡Eres un monstruo!

***

Anne. (Deambulando por la estancia contenta tras comprobar que huele a eucalipto.)

Dulce música acariciando mis sentidos, mi locura... (Su mirada adopta más rencor y sarcasmo) ¿Quieres que baile?  Yo sé que ya nadie desea bailar conmigo. Ni siquiera tú; ciega, sorda y de una inmutable belleza. Supongo que mi única alternativa es esperar a que caiga la nieve..., exacto; esperar, inútilmente, a alguien cuya frialdad se asemeje a la mía. Luchar con ese ser y luego irme con su alma. Sí, ¡sería como hielo para mis heridas!
¿Que si me importa algo su vida? ¡Imagínate! Ni le conozco. ¿Cómo podría importarme?
Talvez no sea buena. ¡Oh! ¿seré malvada...?
Un momento. Creo que no he leído... ¿Qué tal si...?
¡Naturalmente!... si voy a pasar el resto de mis días en este lugar oscuro y cerrado, en esta prisión (qué hermoso: encerrada por mí) debería ocupar mi tiempo en algo.
Porque me he dicho más de mil veces que es mejor estar lejos, que es preciso, que mucho más tortuoso sería ver a los mortales con su estupidez... y su vitalidad. ¿Acaso no haría más daño en la vida misma? ¿No traería más muerte? ¡Les estoy haciendo un favor!
¿O no?

***

Dante. (De rodillas acariciando una lápida. Lágrimas azules bordean su pálido rostro.)

Ahora es personal.

***

Anne. (Mirando distraída un libro de artes.)

Ah, es que no puede ser más delicioso estar aquí. De algo valió la pena ser el monstruo que soy. Sin embargo, aún no logro sentirme plenamente bien. ¿Qué me falta? Un trozo de madera quizá termine con todo este repentino malestar. Maldita costumbre mía de estar siempre desconforme. Atroz sentimiento fruto de atrocidades. Ojala lo real fuera...

***

Dante. (Cuestionándose)

Ojala algo fuera verdaderamente cierto. Ojala no fuera conciente de cuanta mentira me invade. De que el amor que soy capaz de albergar no es más que una ilusión concisa. Que mis deseos son movidos por la nada. Su inutileza cada vez se vuelve más tangible. (Mira a suelo con expresión molesta. Lágrimas azules recorren el ambiente. El dragón, que esperando a su amo estaba, abandona el lugar con expresión ausente.) Miles de años buscándote, viejo. (Le sonríe a la tumba con un gesto casi tierno.) Miles de años, esperando para conocerte. Lo sé, lo sé... Prometí que no te guardaría rencor. Pero ahora...
Ahora...
Ahora estoy deseando que jamás hubieras existido.

***

Anne. (Lamiendo el estómago musgoso de una rata con aire ausente.)

¿Por qué te los comiste, Anne? Seguramente la alegría de tu existencia significa una gota dulce de vida. ¿No es cierto, mi querida ratita? (Ríe histéricamente. La rata lanza un chillido. Anne comienza a absorberle los ojos con la punta de su lengua.)
Ahora eres tan ciega como la música, amada.

***

El cadáver del viejo. (Un poco más arrugado y gris de lo que solía estar, al menos, así lo piensa Dante. Su aroma es una esencia concentrada de podredumbre. Le falta un iris en el ojo. Tiene sólo un pedazo de uña incrustado en la punta de su dedo, tan frágil que da la impresión de que hasta el más mínimo movimiento le hará polvo. Su piel sólo cubre un poco más de la mitad de su cuerpo. Y qué decir de su expresión, un poco menos que muerta.)

Tienes suerte de estar vivo, Dante. Aunque no por eso voy a perdonarte el que no me hayas visitado, si tuviera fuerzas para acabar contigo de nuevo, te juro que no me encontraría recostado en esta tumba en que has intruseado.

***

Dante. (Con aires de grandeza.)

Busco a quien te quitó la vida. No, no me digas que tú te mataste, eso es lo que se dice en el mundo real, pero sabes que no me lo trago. Quiero que me digas lo que viste tú.

***

El cadáver del viejo. (Burlándose)

¿Quieres la verdad?

***

Dante. (Consternado)

Limítate a contarme tu versión.

***

El cadáver del viejo.

Tienes más carácter, ahora estoy seguro de que has aprendido a mantener la compostura, antes eras un idiota ¿lo recuerdas? Hasta llorabas, te rendías y gritabas. Bien, ¡no te marches! Te contaré de la bruja -porque eso es- que me mató. Le llamaban Dafne, luego Anne, pero ella me confesó que su nombre verdadero era...

***

Dante.

Anne, ese era su nombre. Es una anciana como tú. Es tan negra y podrida por dentro como por fuera...

El cadáver del viejo.

¡Hey! Eso me ha ofendido. Además Anne no era así ¿De dónde has sacado semejante disparate?, puedo asegurarte que lucía tan joven como tú, y tenía el cuerpo de una hermosa doncella. Sin embargo era imposible de olvidar su mirada cruel, llena de odio, maldad y burla. Era un ser que aborrecía a todo lo que viviera.
(Mira a Dante de reojo, quien se encontraba evidentemente descontento.) Eso es todo lo que sé.
(Dante le mira incrédulo.)
Ah, no me digas que eres tan iluso como para creer que me daría la dirección de sus aposentos un segundo antes de quitarme la vida. Ni que me hubiera sido de importancia vital en esos momentos.

***

Anne. (En el cementerio. Una aparición fantasmal, llevada por el deseo de una búsqueda anónima.)

¿Quién querría hablar conmigo?
¿De qué?
¿Y para qué?

***

Dante. (Sintiendo un escalofrío potente en su espalda. La oscuridad cae sobre él y el cadáver comienza a dar espasmos y a botar sangre por la boca. Se escucha el gemido de un caballo. La luna espera paciente a los acontecimientos. No. Eso no es cierto. Lucha por viajar tan velozmente con la finalidad de otorgar algún amparo a las almas inocentes... sin conseguirlo alguna vez.)

¿Lo has sentido, viejo? Por favor, no me vengas con tus escenas de autocompasión que detesto ser cínico mostrándome amable. Agudiza el oído, vestigio de huesos, estoy seguro de que algo viene hacia nosotros.

***

Anne. (Respira profundo. Da un paso más otro. Se detiene.)

(Piensa) ¿Un humano? ¿Un cadáver? ¿Dos seres completamente muertos? ¿Qué querrán?

***

El cadáver del viejo. (Irritado.)

No quiero tu lastima, idiota. Son cosas que me pasan y que no puedo evitar... (El sonido de su voz se apaga.)

***

Dante. (Con mirada inquisitiva al viejo.)

¿Qué pasa?

***

Anne. (Toca el hombro de Dante, respira en su cuello. Su aliento es frío y repugnante.)

Es lo que me gustaría saber. Qué demonios está pasando aquí.


 Publicado por: Alexandrine Scratfitz

 


martes, 5 de octubre de 2010

Queen y sus insinuaciones.



He escuchado esta canción frecuentemente. Su melodía se pasea por mi mente haciéndome cosquillas. ¡Me distrae! y como soy pésima, total y quizás irrefutablemente mala para el ingles tuve que buscar la letra traducida. (No es lo mejor que digamos, pero algo es algo).
Y es que... cada vez me es más difícil encontrar canciones de ese tipo.
¿A donde se van que yo no las veo? *.*?
Bueno, cabe decir que esta es mi insinuación. La mayor parte del tiempo me doy un momento de "innuendo" (qué palabra más vibrante :D)
Esto va para quienes aman lo antiguo y no por ser refunfuñones sino porque a lo mejor -pueden ser diversas las razones- desean encontrarle algún sentido a la música. Aunque eso signifique que el sentido no existe. Quiero mensajes con significado. Sí, más que sentido, significado. Y aquí va... 


Innuendo. (Insinuación)

Mientras el sol esté en el cielo
Y el desierto tenga arena
Mientras las olas rompan en el mar
Y se encuentren con la tierra
Mientras haya viento y las estrellas y el arco iris
Hasta que las montañas se desmoronen en la llanura
Oh sí, seguiremos intentándolo
Poner lo pies en esa fina línea
Oh, seguiremos intentándolo, sí
Simplemente pasando nuestro tiempo

Mientras vivamos de acuerdo a la raza,
Color o creencia
Mientras nos gobernemos
Por la locura ciega y pura codicia
Nuestras vidas dictadas por tradición,
Superstición, falsa religión…
A través de la eternidad una y otra vez
Oh si, seguiremos intentándolo
Pisaremos esa fina línea
Oh, oh, seguiremos intentándolo
Hasta el fin del tiempo
Hasta el fin del tiempo

A través de la pena y a través de nuestro esplendor
No veas mi insinuación como una ofensa

Puedes ser todo lo que quieras ser
Simplemente vuélvete tu mismo
Lo que quieras
Podrás.
Ser libre con tu tiempo…, ser libre, ser libre
Rinde tu ego - se libre, se libre tu mismo

Oooh, ooh -
Si hay un Dios o cualquier clase de justicia
Bajo el cielo
Si hay un punto,
Si hay una razón para vivir o morir
Si hay una respuesta a las preguntas
Que realizamos desde que existimos…
Muéstrate a ti mismo -
Destruye nuestros miedos -
Libera tu máscara
Oh seguiremos intentándolo.
Hey, prueba con esa elegante línea…
Sí, nos mantendremos sonrientes, sí
Y lo que sea que pase, pasará
Simplemente seguiremos intentándolo
Simplemente seguiremos intentándolo
Hasta el fin del tiempo
Hasta el fin del tiempo
Hasta el fin del tiempo

Fuente: música.com


¿Quieres oírla?
¡Adelante! Clickea AQUÍ!

Publicado por: Alexandrine Scratfitz 

viernes, 10 de septiembre de 2010

El poder de una palabra

<< Que tienen de bueno las palabras? >>

Una frase que escapa de tu boca y te hace cuestionar muchas cosas. “Palabras, sólo palabras” es una frase sin sentido, porque el sólo hecho de decir ésto, te hace decir más de lo que quieres. El poder de la palabra, el don de la palabra, es algo muy preciado por todos (aunque no lo creas) ya que ésto puede llegar a realizar cambios a nivel mundial. Un gran orador es un genio. Así simplemente. Hitler por ejemplo sin palabras era un pobre saukerl, pues no tenía como llegar a la gente y “conmoverla” (o realmente lavarles el cerebro). El problema es utilizar las palabras correctas; hallarlas y ordenarlas, hasta logras una masa consistente que olvide todo lo que sabes y pienses de algo y que borre tus valores y principios morales y poco a poco esa masa ocupará el lugar del cerebro. En cierto modo Hitler era un genio, un modelo a seguir -y eso no quiere decir que yo avale lo que hizo- pero todos tenemos adentro un pequeño Fuhrer que a veces sale y mueve montañas. Y quien sabe? Tal vez tu también puedas ser un gran líder porque tienes el don de la palabra , lo que debes tener en cuenta es potenciar tu don positivamente y no dejar que te corrompa…

Quieres probarlo?

Publicado por: Amanda Subercaseaux


 

viernes, 3 de septiembre de 2010

Conciencia individualista

Tal vez nuestro interior ha estado algo nublado últimamente pero sin embargo tenemos la intención de mejorar, bueno eso creo. Mi poca experiencia me dice que  somos unos pequeños seres a los que estamos sujetos, encerrados dentro de una cáscara inútil y superficial. Es algo que nos hace sentirnos muchas veces  con cierta superioridad, la que es  sin duda alguna lo que nos aleja de los demás.

Es importante hacerse de vez en cuando unas preguntas de evaluación personal, que nos permitan descubrir lo que realmente somos y a mantener nuestro íntimo un tanto ordenado y libre de impurezas… ¿Te has fijado alguna vez en lo que siente el otro? Esa es una respuesta un tanto obvia, no es cierto? … No absolutamente,  NO! Todos tenemos ese sentido de individualidad, en algunos más acentuado que en  otros. Lo más importante es que seamos capaces de reconocer nuestros errores y estar dispuestos a ser más considerados con quien pasa a nuestro lado.

Otra de las preguntas que me encantaría hacerte, querido lector, es si alguna vez se te ocurrido ponerte en el lugar de quien está sumergido en algún error…tal vez si, pero ¿Estamos interesados en cualquier persona que pasa por la calle? O ¿Sólo nos interesa ayudar a quien es nuestro amigo, a miembros de nuestra familia y a quien realmente nos importa?...Bueno tal vez la sociedad tenga la culpa pero está en nuestras manos cambiar el destino.

 ¿Individualidad sinónimo de egoísmo?
 
Indudablemente
.

Publicado por: Celeste Gauthier.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Los gritos que ignoramos

  Si reflexionáramos un poco, tan sólo un poco, caeríamos en la cuenta de que todo ser humano, inevitablemente, se encuentra rodeado de sonidos.
Agradables, sumisos, modestos, horrendos, grotescos… la lista nos ofrece una amplia variedad.
Es entonces cuando recién caemos en la cuenta de que el silencio no es más que un concepto ilusorio…
Definido simplemente como la ausencia de ruido, por la mayoría de los diccionarios de bolsillo, esta mística palabra viene utilizándose desde milenios.


Personas que otorgaron o, por el contrario, imploraron silencio: ¿lo hicieron en realidad? ¿Qué desesperado ruido había bajo aquellas acciones?

¿Cuáles son los gritos que en verdad no oímos? ¿Y por qué…, por qué esta ignorancia?
“El silencio vale más que mil palabras”… posiblemente podríamos cambiar esa bella frase por “El silencio esconde más de mil palabras”
Palabras; simples e inofensivas palabras, de las que, al parecer, profesamos tanto miedo a oír.
¿Será este miedo injustificado o justificado del ser humano que le obliga a omitir los constantes ruidos que se efectúan en su entorno?
Muchas veces fuimos engañados.
Muchas veces, no logramos captar el gutural ruido de un mal presagio. Nos hicimos los tontos… Adoptamos la mala costumbre de “seguir la corriente” sin cuestionarla, sin observar, sin siquiera intentar tomar en cuenta las advertencias.
Seguimos idiotizados a una luz que automáticamente modifica la personalidad de cada individuo y, aumentamos nuestra desgracia creyendo que hacemos bien; somos con bastante frecuencia parte de una innecesaria danza donde forzosamente debemos de utilizar una máscara, ¿el objetivo?: esconder el sonido de las verdaderas emociones, bajo las falsas e ilógicamente amables, casi cínicas, nuevas.
Éstas, sin duda alguna, complementarán muy bien con las del acompañante, originando a su vez un falso diálogo, y ahogando de esta manera la voz de la razón junto con su constante y amenazante pregunta: « ¿Para qué estoy aquí?»
Sumergida la duda, bajo la mascara de una infundada sonrisa, se queda nuestra sed de respuesta, se acaba despectivamente con la innata curiosidad del ser humano…, aparece la engañosa felicidad que acarrea siempre la ignorancia.
Movidos por los hilos de la frivolidad y el materialismo, en un mundo donde pisotear a otros significa ascender a un nivel más alto
¡Es como si ya no fuéramos seres humanos!
Y los sonidos siguen existiendo, atisbando a cada segundo, a cada minúsculo paso que el tiempo da…, una ínfima partícula de esperanza.
Estos sonidos se nos presentan en todas las formas que una mente creativa puede llegar a imaginar.


A veces, se conocen sólo como las verdaderas intenciones. Lo que cubrimos día a día bajo una impertinente mascara ficticia. Pero eso al final sólo deja vacío.

Críticas, apariencias, comportamiento. Un disfraz que al menos podemos escoger.
Pero ¿Qué sucede con nosotros? ¿Quién vive realmente la vida, yo o el disfraz?

Y…

¿Vale la pena todo esto?


 Publicado por: Alexandrine Scratfitz