lunes, 24 de octubre de 2011

¿Confiar?


—Quiero ayudarte —dice.
—¡Ja! —le suelto por toda respuesta, estupefacta.
Retira la mano. No sé si está molesto o divertido.
—¿Qué? ¿No era eso lo que querías?
—Tenía sentido que quisieras ayudarme cuando mi espada apuntaba a tu oscuro corazón, maldito hijo de Satanás —replico—. Lo que no tiene sentido es que vengas ahora y me tiendas la mano, como si nada. ¿Te crees que soy tonta? ¿Qué es lo que tramas?
Dos velas para el diablo, Laura Gallego García

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